viernes, 15 de octubre de 2010

ALERGIA NASAL DE PRIMAVERA

La primavera modifica el comportamiento habitual de nuestro organismo, dando
origen a reacciones nasales, oculares o bronquiales de gran intensidad, producidas
por sustancias que habitualmente no generan dicha repercusión anormal.
Ésta reacción exagerada pone de manifiesto una hipersensibilidad particular
al pólen, sustancia que es producido por plantas y vegetales y que es el
responsable de su reproducción.
El mismo es un polvo muy liviano que contiene una estructura compleja que
se forma en los estambres de las plantas y compuesto por granos florales,
encargados de llevar los gametos masculinos a los órganos femeninos de las
diversas especies vegetales.
El tamaño de los granos de pólen es muy variado, ya que oscila desde 2 hasta
250 micrones y es debido a su escaso peso que pueden ser transportados por
el viento, de flor en flor y eventualmente también hasta las mucosas de vía
aérea de los pacientes.
Reciben junto con otras sustancias el nombre genérico de alergenos, dada
la posibilidad que tienen de producir fenómenos de alergia, mediante la secreción
final de histamina, sustancia responsable de la reacción anormal propia de
los fenómenos alérgicos.
Se debe entender por alergia, a la reacción exagerada de nuestro organismo
ante los mencionados alergenos, siendo los principales los diversos pólenes
de árboles, malezas, flores y pastos. Además se deben tener en cuenta, como
alergenos muy frecuentes, el polvo doméstico, los ácaros, hongos, alimentos,
pelos de animales y de mascotas, como perro o gato y ciertos medicamentos.

Los síntomas de la alergia estacional de primavera, constituyen cuatro grupos
principales, dando origen a enfermedades que reciben diferentes nombres según
las diferentes zonas del organismo afectadas:
1. Nasal: Rinitis alérgica. Caracterizada por secreción acuosa, estornudos
a repetición, obstrucción, congestión y prurito, que son síntomas provocados
por la inflamación alérgica de la mucosa nasal.
2. Bronquial: Asma bronquial. Determinada por síntomas asmatiformes como
la dificultad para respirar, silbidos en el pecho o sibilancias, así como
accesos de tos a repetición, provocado por el aumento de la secreción a nivel
las vías aéreas inferiores.
3. Ocular: Rinoconjuntivitis. En la que el enrojecimiento, lagrimeo y prurito
ocular da origen a ojos pequeños, llorosos e inflamados, que alteran la estética
facial y que coinciden con los accesos de rinitis alérgica.
4. Cutáneo: Dermatitis atópica. En la que se observan ronchas, eczemas,
con
prurito o picazón a nivel de la piel del paciente alérgico.
Por lo tanto, cuando la alergia afecta especialmente a la fosa nasal recibe
el nombre de rinitis alérgica, que es una enfermedad que frecuentemente afecta
a los pacientes durante todo el año, aunque es particularmente en la primavera
cuando recrudecen sus síntomas.
El motivo es que en nuestro hemisferio-de septiembre a marzo- aumenta en
forma desmesurada la producción del pólen generado por árboles, gramíneas,
pastos y malezas, lo que provoca el recrudecimiento de la alergia estacional.
Este proceso es agravado por la alteración del medio ambiente, especialmente
por la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera.
El mecanismo es doble, ya que el calentamiento global producido por la polución
ambiental, por una parte favorece la penetración de los alergenos en las
mucosas de la vía aérea superior (nasal) e inferior (bronquial) y por la
otra, repercute en la producción de una mayor cantidad de pólen, a través
del alargamiento de la temporada de polinización vegetal por la tropicalización
del clima, con temporadas más lluviosas y prolongadas.
Por tales motivos, en la actualidad, la frecuencia con que se observan los
procesos alérgicos nasales, está en franco y exponencial aumento.
La alergia nasal se clasifica en 1. estacional y 2. perenne, mientras que
su intensidad se puede graduar en leve, moderada o grave, según afecte o
no el sueño del paciente, así como sus actividades escolares, laborales,
recreativas y deportivas.
Frecuentemente la alergia nasal y el asma bronquial están asociados y coexisten
en el paciente alérgico, por ser originadas por idénticos alergenos y los
mismos agentes irritantes que actúan sobre diferentes sectores de la mucosa
de la vía aérea.
La fiebre o la temperatura corporal, no es un síntoma de la rinitis alérgica
estacional ni del asma bronquial, pero es importante tener en cuenta que
la persistencia de la alergia nasal hace más dificultoso y a veces casi imposible
el control del asma bronquial.
Estas enfermedades alteran notablemente la calidad de vida de los pacientes
afectados, así como disminuyen sus expectativas de vida, a través del aumento
del riesgo cardio-vascular originado por las enfermedades asociadas a la
rinitis alérgica (ronquido nocturno con apneas del sueño, sinusitis crónica,
asma bronquial, rinoconjuntivitis, otitis media secretoria o serosa, obesidad,
hipertensión arterial e hipercolesterolemia, afecciones agravadas por el
sedentarismo, la mala alimentación y diversas adicciones (marihuana, tabaquismo,
comida chatarra).

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